El coste invisible de la energía renovable
La industria de los paneles solares en la actualidad es sostenible medioambientalmente. Es una de las más fáciles de mantener bajo control debido a su juventud y ciertas características técnicas. La extracción y depurado de sus materias primas no es destacable dentro de la industria y su producción es de las que menos cantidad de recursos malgasta. Además, tiende hacia la eficiencia y al aprovechamiento de los materiales. Esto es el punto de vista teórico de una industria en crecimiento. Y es este detalle el que enciende la mecha de la incertidumbre. Es un hecho que actualmente no necesita una gran cantidad de recursos.
La cantidad de silicio y cadmio que se necesita como materia es poco significativa comparada con otras industrias. Si tenemos en cuenta que se trata de un mercado en alza, es inevitable comparar esta situación con la del litio utilizado para las baterías de los coches eléctricos, como analizamos en un artículo pasado. Diferentes materias primas gozan de diferentes reservas.
Sin embargo, en este debate no parece importar el impacto medioambiental que tiene y tendrá la economía en el planeta. No parece obvio que las consecuencias ambientales de la producción de paneles solares es un área sensible a los cambios del mercado, lo cual lo convierte en un elemento extremadamente volátil desde el punto de vista de la sostenibilidad. Así tendría sentido por qué la producción de paneles de silicio multicristalino, como señala el Periódico de la Energía, ha aumentado su huella de carbono al desplazarse la producción hacia países en los que el uso de fuentes de energía contaminantes es hegemónico. Sin un interés explícito de parte de los gobiernos del mundo, la responsabilidad y capacidad de optimizar recursos queda en manos de un mercado marcadamente capitalista y en crecimiento.
Aun con todo, su producción no está exenta de generar residuos contaminantes de manera inmediata. Refinar el silicio implica la emisión de polvo de sílice y la utilización de materiales tóxicos, como el xilano, el diborano y la fosfina, o altamente peligrosos, como el ácido sulfúrico. Según señala la Union of Concerned Scientists (UCUSA) su proporción dependerá del tipo de células fabricadas y las necesidades relacionadas con su fabricación (estos ácidos se utilizan para mantener limpia la superficie semiconductora de los paneles). Es decir, una vez más, sus consecuencias medioambientales no escapan de la esfera económica.